UN BARRIO PARA UNA PARROQUIA: SAN MIGUEL. Pepe Lasala.


Entramos en el último tercio del mes de Septiembre, es ya tiempo de vendimia, y con ésta vendrá un día grande para los católicos, el día 29, pues conmemoraremos la festividad de San Miguel, San Rafael y San Gabriel, nuestros Santos Arcángeles. Por lo tanto, como un servidor está vinculado a San Miguel a través de la Parroquia que lleva su nombre en Zaragoza, me gustaría comenzar a prepararnos para recibir dicha festividad junto a vosotros realizando una visita a esta Iglesia a la que tanto cariño profeso.



Por otro lado, y evidentemente con mucha menos relevancia que lo anterior, en la Tertulia estamos de aniversario, ya que el blog cumple su segundo año de vida, y como ha salido un día espléndido, queremos celebrarlo dando todos juntos un paseo por los alrededores de la Parroquia para que conozcáis su entorno. Así que, si os parece, vamos a ir terminando de tomarnos el café y el zumo del desayuno para ponernos en marcha.

La Iglesia, está situada en pleno corazón de la ciudad, concretamente en la Plaza de San Miguel, donde calles como Heroísmo, Asalto, Reconquista, Mateo Flandro, algún tramo del Coso Bajo, o la propia calle San Miguel, conforman parte de la feligresía de esta Parroquia situada junto a la puerta por donde entró el General Espartero en su visita a Zaragoza, la Puerta del Duque de la Victoria, demolida en 1.919 y de la que tenemos, a modo de recordatorio, un bonito mural. 




Hay quienes consideran esta zona como parte del centro de la ciudad, y razón no les falta, pero yo la tengo en cuenta más bien como un barrio ubicado en pleno casco histórico, y por este motivo, cuando hablo del sitio en el que vivo, siempre me refiero a él como “El Barrio de San Miguel”, mi barrio. Y es que un barrio es un lugar donde sus vecinos forman una gran familia, donde el aroma que se percibe es diferente al del resto de la ciudad, donde el frescor de las amanecidas  nos da los buenos días cada mañana, donde la campana de la torre nos recuerda cada Domingo que la Misa está a punto de comenzar, donde sus casas conservan esa magia que el paso de los años les ha regalado, donde sus bares y comercios siguen gozando de esas entrañables tertulias en las que te queda el buen sabor de boca de haber arreglado el mundo, y donde la buena gente te saluda al pasar mientras te pregunta ¿cómo te va la vida?. Todo esto que os cuento lo vais a poder comprobar mientras continuamos con nuestro paseo, ya que nos iremos encontrando a algunos amigos a quienes, por supuesto, os voy a presentar.

Con una bonitas vistas a la torre de la Iglesia, nos encontramos con el Estanco Espartero, famoso en el mundo entero por la sonrisa y el cariño con los que Maite nos atiende cada vez que pasamos por allí.




La Charcutería José Antonio, donde siempre podemos encontrar, además de muy buen género, la amabilidad de su propietario acompañada de buena conversación y de la mejor morcilla que he probado nunca.




Ahora, pasamos justo por el establecimiento más antiguo del barrio, El Chiringuito, una taberna a las que yo denomino “de las de toda la vida”. Aquí, Manolo “El Figura”, nos presenta los dos record mundiales que posee en el Libro Guiness. Uno de ellos, de billetes de autobús y de tranvía con numeración capicúa. El otro, más curioso si cabe, de besos de mujer…; sí, sí, habéis oído bien, de besos de mujer. Y es que, a todas las féminas que allí entran, Manolo les pide dos besos en las mejillas, y les muestra un libro en el que ellas le brindan una dedicatoria firmada y fechada. Cada cierto tiempo, nuestro amigo lleva su libro ante un Notario, el cuál realiza el recuento de los nuevos besos, levantando acta y enviándola al registro del Libro Guiness. Como su propio apodo indica… es todo un figura.




Justo en la plaza, se encuentra el Asador San Miguel. Un lugar con más de cincuenta años en el barrio, donde al pasar por la puerta, el buen aroma del asado hace que nos adentremos en él. Allí nos encontramos con Pachi, quien nos atiende sonriente y nos orienta muy bien sobre las viandas a escoger. Este local, se encuentra en los bajos de la casa en la que, durante unos años, vivió el pintor Francisco de Goya. Añadir como curiosidad que los padres del artista (él, maestro dorador), se casaron en la Iglesia de San Miguel, de donde sus abuelos maternos eran parroquianos durante las largas temporadas que pasaban en Zaragoza.




Seguimos caminando y nos encontramos con el bar-restaurante El Pequeño Cascanueces, un lugar con mucho encanto donde se disfruta de la buena comida casera y de la gracia y el salero con los que Nacho siempre nos recibe.




Hemos paseado ya por varias calles del barrio, conociendo alguno de sus rincones e incluso a sus gentes, así que ahora, vamos a dirigirnos al centro neurálgico, la Iglesia. Una Parroquia llena de vida donde se desarrollan multitud de actividades, desde grupos de liturgia, catequesis para todas las edades, o el coro, pasando por jornadas de recogida de alimentos, visita a enfermos y personas de la tercera edad, hasta el club de tiempo libre o excursiones. En cuanto al Templo, si os parece, vamos a verlo primero desde fuera, ya que merece la pena lanzar la mirada hacia arriba para contemplar su señorío. Fijaros bien en esa torre mudéjar; desde ella, cada noche a las diez en punto se lanzan treinta y tres campanadas, algo que se viene haciendo desde el siglo XVI, aunque con algún paréntesis durante la Guerra de la Independencia. Es lo que se llama la “Campana de los Perdidos”, pues servía para que quienes se encontraban en los campos extramuros, se guiasen por el sonido para regresar a la ciudad, puesto que en ocasiones resultaba complicado por las nieblas y la falta de iluminación. Escucharla en la actualidad cada noche con los ojos cerrados, aporta el placer de transportarse a otro tiempo.




Ya estamos en la puerta, aquí me traían muchas veces mis padres cuando era niño, en esta plaza jugaba con las palomas, aquellas que eran las abuelas de las que hoy se pasean por el alféizar de mi casa. Era una tradición en mi familia, por encima de todo, acudir a esta puerta el Domingo de Ramos por la tarde. Aquí habita la Imagen de Jesús Nazareno, un Cautivo del tipo de Medinaceli con gran devoción popular entre los zaragozanos y que pertenece a la Real Muy Ilustre y Antiquísima Cofradía de la Esclavitud de Jesús Nazareno y Conversión de Santa María Magdalena, cuyo Misterio, el de la Conversión de María Magdalena, también podremos contemplar cuando pasemos al interior del Templo. A día de hoy, aquí participo en la Eucaristía dominical, aquí está mi lugar de encuentro diario con Él tras salir del trabajo, aquí le rezo, le cuento mis cosas, me siento junto a Él, y aunque a veces pienso que me va a soltar un “déjame descansar un poquito, hombre”, siempre se queda escuchándome… Son momentos muy especiales, que hoy quiero compartir con vosotros. Pasad conmigo.




Son ya casi las diez de la noche, está anocheciendo y estamos todos un poquito cansados, así que deberíamos de irnos a descansar. Pero antes, quiero daros las gracias por acompañarme en este paseo por mi barrio y por mi parroquia…, por el mundo que me rodea. Espero que hayáis disfrutado como yo lo he hecho.

Escuchad…, están sonando las treinta y tres campanadas desde lo alto de la torre.