TERTULIAS DE SENTIMIENTO: MANTILLA Y DEVOCION. Pepe Lasala.

Hoy en nuestra Tertulia, vamos a hablar de una de las tradiciones más bonitas que tienen lugar cada año durante la Semana Santa,  y no es ni más ni menos que el uso de la mantilla y la peineta por algunas mujeres en estos días. Todo un luto lleno de belleza y hermosura por el significado que adquiere, y que fusiona factores como el rito, el arte y la devoción, dando como producto final el sentimiento. 




Dentro de nuestra querida España, dependiendo de la zona, estos preciosos atavíos son utilizados en la Semana de Pasión para visitar los Sagrarios, asistir a los Santos Oficios, para acompañar a las Sagradas Imágenes durante la Procesión, etc. Pero antes de continuar, y para quienes desconozcan este aspecto, vamos a dar una serie de definiciones según el Gran Diccionario de la Semana Santa de Juan Carrero Rodríguez.




MANTILLA: Tejido de encaje de origen flamenco, que por la finura de sus bordados y riqueza de confección, llevan las Dolorosas en su tocado en color crudo, claro o blanco. De iguales características en color negro, la usan las mujeres para cubrirse la cabeza, enhiesta sobre una peineta.

MUJER DE MANTILLA: En algunas localidades se les denomina “Manolas”. Visten la mantilla y la peineta fundamentalmente para visitar los Templos el Jueves y Viernes Santo o, en algunos lugares, para formar parte de los cortejos procesionales en Semana Santa.

PEINETA: Peine convexo que utilizan las mujeres por adorno o para asegurar su peinado. También se conoce como “peina” o “teja”, esta última, por su parecido en forma y dimensiones.




Pues bien, una vez entrados en materia, vamos a dejar a un lado los tecnicismos para envolvernos del sentimiento que nos transmiten estas mujeres cada Primavera, así que, nos quedaremos en la Ciudad del Pilar para hablar un ratito con Nieves Ruiz, una zaragozana que cada año con su mantilla y su peina, acompaña a la Virgen de la Piedad.




Para comenzar Nieves, ¿cuál fue el motivo que te llevó a vestirte de Manola?
La verdad es que no hay un único motivo, cuando era muy pequeña recuerdo que acompañaba a mi abuela a ver los Monumentos y ella llevaba una pequeña mantilla. Pasado el tiempo y ya siendo adulta, siempre me ha llamado la atención su forma de participar en la Semana Santa, pero realmente me decido cuando mi familia se hace cofrade y Miguel Angel, mi marido, me anima a compartir con él y con nuestro hijo David estos momentos tan bonitos para nosotros.


Con su marido ante la Virgen de la Piedad.


Ayudando a su hijo a revestirse con el hábito nazareno.



¿Qué significado tiene para ti?     
Es difícil de expresar con palabras, pues son una serie de sensaciones en las que se mezcla el compartir con los cofrades la devoción y el sentimiento hacia la Virgen de la Piedad, vivir el recorrido acompañándola en su dolor es algo muy intenso.

Supongo que el momento de ponerte la mantilla será todo un ritual, ¿cómo lo vives?
Es un ritual el prepararlo todo para que no falte ningún detalle: guantes, rosario, mantilla,  teja…, pero también de locura, pues al ser tres en casa los que participamos en la procesión, los nervios, emociones y sentimientos se multiplican. Lo cierto es que repetimos este ritual de los preparativos cada año con ilusión,  junto con nuestros amigos Ana, José Luis y Alejandro.


Preparativos.



Participas activamente en la Semana Santa de Zaragoza, ¿de qué forma lo haces?
Una siempre tiene sus actos favoritos pero cada año descubro detalles nuevos que hace que se tenga un plan muy apretado. Por nombrarte algo significativo, el Pregón de nuestra querida Tertulia Cruz Arbórea en el que participamos, el Pregón oficial, el Vía-Crucis de las Canonesas, no me pierdo el acto de la Humildad con la Piedad, tengo salidas, llegadas, Lectura de Lágrimas, Palabras, Encuentros que no me suelo perder. Pero los días grandes son cuando salgo acompañando al Cristo del Refugio hasta la Iglesia de Santa Isabel de Portugal el Martes Santo, y el Jueves a las doce de la noche cuando acompaño en procesión a la Virgen de la Piedad y al Cristo del Refugio hacia San Nicolás.


Stmo. Cristo del Refugio.



¿Por qué decidiste que fuera la Virgen de la Piedad a la que acompañaras?
La Virgen siempre es la Virgen, sea cual sea su Imagen, lo que ocurre es que hay advocaciones que te llegan al corazón, y la Piedad tiene una expresión de dolor y  ternura de madre que sufre por el destino de su hijo mirando al cielo…, es preciosa y en mi familia es muy querida por todos.


Virgen de la Piedad.


Preparada para asistir a la Procesión.



Llega el momento en el que tu Virgen se dispone a salir por las calles de Zaragoza y, ahí estás con Ella, ¿qué te viene a la cabeza?
Mi primera sensación es de un nudo en el estómago que se transforma en alegría cuando otro año más oigo decir al Consiliario “LA PIEDAD ESTA EN LA CALLE”, y de nuevo la Virgen está en la calle sin faltar ningún año a su cita desde 1.937.


Virgen de la Piedad por las calles de Zaragoza.


Nieves durante una de las procesiones en las que participa.



Entiendo que todo esto te produce un cúmulo de sensaciones preciosas, ¿con cuáles de ellas te quedas?
No me hagas elegir entre ellas, pues tengo varios momentos que dan un sentido muy especial a mi participación en la Semana Santa de Zaragoza. Te los enumero por tiempo y no por preferencias porque eso es más complicado. El Martes Santo tiene dos momentos claves, uno cuando en la calle se hace el silencio y sale el Cristo del Refugio; es colocado en su peana y comienza la procesión acompañado por los cofrades, las hermanas que atienden El Refugio y personas anónimas que están en él. El otro momento importante del Martes, y uno de los más especiales, es cuando la procesión llega a la Plaza del Justicia y, formados en filas, cofrades y mantillas hacen pasillo al Cristo en su Cruz. Justo entonces, se abre la puerta de San Cayetano y sale la Piedad como buena Madre a recibir a su Hijo. El Viernes Santo a las 00:00 horas como ya te he comentado antes, un momento especial es la salida de la Piedad con la Plaza del Justicia llena de gente esperando verla salir sin faltar ningún año a su cita. Por último otro momento emocionante es cuando al acabar la procesión en San Nicolás, los cofrades se quitan los capirotes y se abrazan y besan emocionados porque otro año han podido acompañar a su Virgen de nuevo.


El Cristo del Refugio es subido a su peana.

Cofrades de la Piedad en la madrugada del Viernes Santo.



La Procesión ya ha terminado; llegas a tu casa, te quitas la mantilla, la peineta, dejas el Rosario y te relajas, ¿qué piensas antes de dormirte?
Ahora es el momento del bajón, pues tras tanta tensión estoy agotada, pero feliz de haber vivido un año más la experiencia de compartir con los míos la Fe hacía la Virgen de la Piedad.


Guardando el Rosario tras la Procesión.


Zaragoza es una ciudad donde es frecuente la presencia de mantillas y peinetas durante la Semana Santa, ¿siguen las chicas jóvenes tomando el relevo?
Personalmente, me ha sorprendido mucho cómo en los últimos años ha aumentado el número de mantillas sobre todo de gente joven, especialmente en la Piedad, porque como tú bien sabes, es la forma en que las esposas,  madres, hermanas, nietas, hijas, novias, amigas y demás de los cofrades acompañamos a la Virgen en su dolor. Es muy bonito ver como se unen generaciones de abuelas,  madres y nietas en un acto tan entrañable.


Mujeres de mantilla en la Procesión.


Entiendo que algunas estarán algo indecisas y necesitarán un empujoncito, ¿qué les dirías para que se animasen?
Por supuesto, que se animen, que lo único importante que se necesita es la devoción por tu Virgen o Cristo y que cuando una acaba la procesión, se siente una alegría especial y con la vista puesta en el año siguiente.

Y ya para finalizar Nieves, ¿deseas añadir alguna cosa más?
Tengo que aprovechar la ocasión para hacer unos agradecimientos. En primer lugar a la Virgen de la Piedad por estar siempre con nosotros. En segundo lugar a Miguel por haberme animado a vivir la Semana Santa con él como Dama de Mantilla. En tercer lugar  a los padres de Ana por dejarnos invadir su casa el Martes Santo. Por último, y de manera muy especial, a mi amiga Ana, la cuál me arregla y tranquiliza, y sin la cuál no podría haber disfrutado de todo esto. ¡Gracias Ana!


Junto a su amiga Ana.


Gracias Nieves, por compartir con todos nosotros estos momentos tan importantes para ti, ha sido un verdadero placer charlar contigo. Y gracias también por su colaboración, a los fotógrafos Miguel Angel Sánchez, Domingo Figueras y Daniel Figueras.