TERTULIANOS POR EL MUNDO: GANTE (BELGICA). Pepe Lasala.

          Antes de empezar con la entrada de hoy, queremos comunicaros que la próxima semana, debido a que estaremos inmersos en nuestro Pregón de Semana Santa y Acto Solidario, no realizaremos publicación alguna en este espacio cofrade, pero por supuesto y como cada año hacemos, al siguiente fin de semana os traeremos la crónica del evento para compartirla con todos vosotros.

           Y ahora ya, comencemos...         

        No hace mucho tiempo, nos dispusimos a hacer un viajecito hacia tierras belgas, puesto que unos buenos amigos, de los que se llaman de toa la vida, residen allí desde hace ya algunos meses. Pues bien, cuando "mi Reina" -dícese de la mujer a la que amo y con la que comparto desde  la pasta de dientes hasta la última cucharada del puchero- me dio la buena nueva de que nos íbamos para allá a pasar unos diítas, lo primero que me vino a la cabeza además de la alegría de poder ver a nuestros amigos claro está, es que allí el idioma que se habla junto con el Francés es el "Flamenco". Así que, como a servidor le gustan el cante y las palmas más que a un chiquillo un pastel, esperando encontrar allí algún descendiente de Pepe Pinto, la Niña de los Peines, Fosforito,  la Susi o Pepe Marchena, todos ellos flamencos de categoría, nos dispusimos a coger el avión -en trolebús me mareo- y partir rumbo a Bélgica.




          Una vez allí, entre otros muchos quehaceres, visitamos la ciudad de Gante, un lugar para perderse y rodearse de belleza por los cuatro costaos. Pues bien, aquí "el Pepe", que continuaba llevando en el pensamiento con mucha ilusión aquello del "Flamenco", tenía la intención de entrar lo antes posible en contacto con algún nativo del lugar para poder comprobar el arte de los cantaores de aquella tierra, así que con una sonrisa de oreja a oreja me paré en un puestecito de dulces. Allí estaba el tendero, quien con otra sonrisa al estilo rodaja de sandía me dijo con voz muy ronca algo así como "goedemorgen menner". Yo no sabía pa dónde tirar, así que pensando que aquel buen señor llevaba algo en la boca que le impedía pronunciar bien, me quedé mirando fijamente a sus labios. De nuevo, volvió a pronunciar algo que entendí como... "wat je wilt", esta vez con tono de interrogación. En cuestión de milésimas de segundo deduje que lo del "Flamenco" era otra cosa, así que señalé una especie de higos con azúcar color morado, me los puso en una bolsita, le pagué y me fui. A los pocos días descubrí que lo que significaba aquello era algo parecido a "buenos días caballero" y "qué desea". Así que me olvidé del tema del flamenqueo y comenzamos a disfrutar de aquella ciudad. 




           Enseguida me di cuenta de que Gante es un lugar del que hay que empaparse dando buenos paseos, detenerse en cada calle y recrearse en las vistas y en los paisajes que nos ofrece. Su casco urbano de estilo medieval junto con sus canales, hacen que la belleza alimente con gratitud las pupilas de quienes por allí transitan, invitando a contemplar verdaderas obras arquitectónicas como la Catedral de San Bavón, el Ayuntamiento, el Castillo que fuera residencia de los Condes de Flandes, la Torre Belfort, o la Iglesia de San Miguel, conocida allí como "Sint-Michielsker"... tela marinera.




           Respecto a los dos Templos comentados anteriormente, tanto la Catedral como la Iglesia de San Miguel, son lugares donde la devoción se aprecia notablemente por la presencia de los fieles, quienes encienden sus velas y lanzan sus oraciones ante sus devociones particulares. Allí se respira un conjunto de factores como la belleza, el recogimiento, el arte y la Fe, provocando un sentimiento de bienestar a quienes entran a realizar su visita. ¿Os apetece que pasemos? 




          Ya para terminar y relajarnos, hablaremos un poquito de su comida típica, donde además de las papas fritas con tropecientos mil tipos de salsas, reinan los chocolates, golosinas -ahora se llaman "chuches"-, pastas y los gofres, a los que ellos dicen wafels, y que en ocasiones los decoran con frutas a modo de gorro tropical, eso sí... están riquísimos. ¿Queréis probar?




          Bueno, pues ponemos fin por hoy a nuestro paseo belga, esperamos que hayáis disfrutado mucho, ahora ya toca ir a descansar.