SENTIMIENTO Y TRABAJADERA: LOS COSTALEROS DE NUESTRA TERTULIA. PARTE (III). Omar Millastre.


Mucho es el tiempo que se espera hasta que llega el día,  ese día en el que los sueños se hace realidad. Ahora os voy a contar mi sueño hecho realidad.

Primero os empezare diciendo cuál fue el motivo que me impulsó a meterme debajo del Paso. Hace ya 3 años, pero lo recuerdo como si hubiera sido ayer. Años anteriores había visto esa cofradía en la calle y  cada día sentía más. Uno de esos años, haciendo fotos, me encontré con mi abuela y demás familia en la Cuesta de la Trinidad, y al acercarme a ellos vi que estaban destrozados como si algo les hubiera pasado,  me giré y ahí estaba el Señor sobre su Paso, entre costero y costero, entre izquierdo y racheao. En ese momento, me di cuenta de verdad qué era aquello tan fuerte que  sentía dentro de mí. He de decir que me presente a la igualá dos añitos antes de salir; Sí, un poco bestia. Era un sueño, no paré hasta conseguirlo y al final  entré en la cuadrilla.



Omar delante del Señor de la Humildad de Zaragoza junto al Pregonero de la Juventud Antonio Olmo.



Si tienes un sueño, trabaja día a día y no pares hasta conseguirlo, al final se cumple. En los primeros ensayos estaba muy nervioso, algo por dentro despertaba en mi un sentimiento muy grande, difícil de describir.  Ese mismo año entró un amigo al que quiero mucho, para mí es como un hermano. El compartir ese sentimiento con él fue algo que nunca olvidaré. La primera levantá, esa chicotá siempre sin perder el sentido y el sentimiento. Siempre pensando en lo que se lleva encima porque, aunque sea un ensayo y no esté la Imagen,  la llevo en mi corazón. Los ensayos eran magníficos, la cuadrilla impresionante, se respiraba pasión, sentimiento,  alegría pero a la vez tristeza. Todos nos apoyamos como si fuésemos una gran familia, y se nota en cada ensayo cuando arrimas el hombro al que va a tu lado para intentar que coja menos peso. Son cosas que marcan, el ánimo que nos damos debajo del paso, el abrazo que te das cuando el paso está arriado. La cuadrilla me recibió como uno más y me he ganado muy buenos amigos. Personas a las cuáles llamo todos los días y no perdemos el contacto ni un minuto. Los capataces Fernando y Antonio son también una maravilla,  personas que tienen un corazón inmenso y que están ahí para todo. Pero repito, y no me cansaré de decirlo, esto no significa nada si se pierde la noción de lo que verdaderamente importa, y es lo que se lleva encima, el verdadero motivo del  porque estamos allí.

Yo sé que lo mío no es “hobby”, sino un sentimiento. Cada ensayo me da fuerzas para seguir día a día. Pido por mi familia, amigos que pasan momento malos y puedo decir que me ayuda.

Mi primera Estación de Penitencia marcó un punto en mi vida. Me acuerdo que mi madre estaba muy nerviosa.  En mi interior fluían muchos sentimientos, estábamos pasando una mala temporada. Mi mayor ilusión ese Domingo de Ramos, era que mi abuela bajase a verme, pero por problemas de salud me dijo mi madre que sería prácticamente imposible que pudiera bajar. Llegó el día,  estaba muy nervioso me vestí en casa y salí para la Casa Hermandad, no antes de darles dos besos a mi madre y a mi querida abuela. Cuando llegué allí me abracé  con toda la cuadrilla. Sabíamos que era el gran día. Antes de salir de la Casa Hermandad recibí una llamada y era mi madre, mi sorpresa fue cuando me dijo que la calle estaba llena de gente que era imposible encontrar un hueco. Todos esperaban impacientes el momento en el que el Señor de la Humildad y la Virgen del Dulce Nombre salieran a las calles y como todos los años pedirles o agradecerles todo aquello que necesitas o has recibido. Llegó la hora, me metí debajo del Paso y el capataz tocó el martillo. Los cuerpos arriba, y poco a poco fuimos alcanzando el dintel de la puerta. Salimos y el Señor estaba en la calle. Cuál fue mi sorpresa cuando llegamos a la Cuesta de la Trinidad y por un hueco del Paso veo a mi madre llorando a moco tendido, sigo mirando y ahí estaba ella, mi abuela. Había hecho  un gran esfuerzo para verme, ver a su nieto realizando su sueño, un sentimiento, una devoción, devoción que ella también tenía como buena cristiana al igual que yo. Imaginaros como fue mi Estación de Penitencia con el Señor de la Humildad., lo único que quería es que mi abuela se recuperara y que las cosas fueran mejor para todos.

Al año mi abuela falleció, y por eso es muy importante el Domingo de Ramos para mí. No hay un instante que no me acuerde de ella, porque sé que desde un balcón privilegiado del Cielo me estará viendo, y por eso mientras pueda estaré debajo del Señor de la Humildad. No puedo describir con palabras la fuerza que me da estar ahí debajo.

Cuando nos metemos debajo del Paso, somos los pies del Señor que sale a la calle para encontrase con  la gente que lo espera impaciente, es impresionante sentir el calor de las personas que llevan horas esperando en la calle.

Me siento muy afortunado por estar ahí, y colaborar y hacer posible esa manifestación de fe, sino tiramos todos hacia arriba, juntos, a la vez, esto no sería posible. Es impresionante los momentos que se viven, se respira un aroma de confraternización, humildad.  Esto no tendría sentido si ese sentimiento que fluye dentro de mí se quedará solo en esos días de Semana Santa , porque la fe , no es solo cosa de unos días sino de cada minuto de tu vida. Nuestro Cristo y Nuestra Virgen es el Credo de todo creyente.

Una vez escuche un programa y decía: UNA COFRADIA ES EN SEMANA SANTA PERO  UNA HERMANDAD LOS 365 DÍAS DEL AÑO.


No quiero aplausos, no quiero notoriedad, sólo quiero sentir junto a mis hermanos un año más el amor que Cristo nos tiene. Mi sueño no acaba aquí, son muchas las expectativas que tengo y que solo mis hermanos saben y espero y deseo que puedan llegar a realizarse.