DE TERTULIA ENTRE AMIGOS. Pepe Lasala.

Hoy en nuestra Tertulia, continuamos con la sección “De tertulia entre amigos”, en la cuál, a través de un cuestionario, conoceremos los gustos y preferencias en lo que a Semana Santa se refiere de cada uno de las miembros fundadores de esta Tertulia. En esta ocasión, el turno es para un servidor,  así que voy a quitarme el capirote para que me conozcáis más a fondo, y aunque me haya extendido un poquito, espero que os guste.

Nombre.
Pepe Lasala López.




¿A qué Hermandades perteneces?
la Hermandad del Cachorro de Triana (Sevilla), a la Esclavitud de Jesús Nazareno de Zaragoza y al Señor Atado a la Columna también de Zaragoza.


En el Altar de la Iglesia de mi Hermandad con el Stmo. Cristo
 de la Expiración “El Cachorro” y la Virgen del Patrocinio.


Una razón o más por las que eres cofrade.
En mi familia siempre se ha vivido la Semana de Pasión con mucho fervor. Desde que tengo uso de razón, nos echábamos a la calle todos juntos para ver Cofradías y para ir a las Iglesias a visitar los Monumentos. Era una época del año muy especial en mi casa, que tanto mis padres, como mis dos hermanas y yo, esperábamos con entusiasmo. Ya en la Cuaresma, siendo muy pequeño, cuando me acostaban por la noche, nos quedábamos escuchando los tambores que ensayaban para la Procesión, pues se oían desde mi cuarto. Recuerdo cómo mis padres nos contaban la Semana Santa de su niñez y su juventud, cómo nos llevaban de un sitio a otro para que no nos perdiéramos ninguna Cofradía, cómo nos explicaban las cosas…, cómo nos enseñaban a comprender la Pasión de Cristo. De ellos  aprendí a amar la Semana Santa, y gracias a ellos soy cristiano y cofrade. Pertenecer a una Hermandad es un medio para fortalecer la Fe, el amor a Dios, a la Virgen y a los demás.


Mis padres. Un Viernes Santo a principios de los años 90.


De pequeño esperando a que llegue la Procesión. 
Se me ve de espaldas. Año 1.974.


Con mi madre y mis dos hermanas mientras pasa la Procesión. 
Yo soy el más bajito que se ve en la foto abajo a la izquierda. 
Año 1.974.


Un rincón especial para ti en Semana Santa.
Tengo varios. Por las mañanas, y sin Cofradías en la calle, me gusta acercarme a ver en sus Capillas al Gran Poder y al Nazareno del Silencio, también a la Iglesia de la Magdalena para ver el Descendimiento de la Hermandad de la Quinta Angustia y el Cristo del  Calvario. Luego cruzo el Puente de Triana  y me voy a ver a mi Cristo del Cachorro, a la Virgen de la Estrella y a la Esperanza de Triana. Todo ello con algún cafelillo de por medio en la plaza del Altozano. Me resulta muy gratificante ver algunas Imágenes  en sus Iglesias. Una vez que la tarde ya ha despertado, me bajo a la plaza del Duque para ver las primeras Cofradías. Luego me voy a buscarlas a mis rincones favoritos. La Amargura y el Amor saliendo de la Catedral, la Hermandad de los Panaderos en la Plaza del Salvador, Jesús ante Caifás de la Hermandad de San Gonzalo pasando por la Iglesia del Santo Ángel, la salida de la Bofetá (Jesús ante Anás), el Cristo del Buen Fin en la Plaza de San Lorenzo, la Exaltación y Los Servitas en la Encarnación, el Valle y Pasión entrando en la plaza del Duque, el Gran Poder en la calle Zaragoza, la Esperanza de Triana en Rioja, el Santo Entierro en la calle Alfonso XII… y por supuesto, un rincón muy especial es en el Templo del Cachorro, justo cuando todos los nazarenos ya hemos llegado a la Capilla después de realizar la Estación de Penitencia (también llamada Procesión), el momento en el que el Cristo se encara a la puerta para recogerse.


Jesús Nazareno de la Hermandad del Silencio en su Capilla. 

Stmo. Cristo del Calvario en su Capilla. 


El Cachorro en su Capilla. 

La Esperanza de Triana en su Capilla. 

 Puente de Triana.


Plaza del Altozano.


Cafelillo en la plaza del Altozano con mi amigo 
y miembro de esta Tertulia Domingo Figueras.


Vista desde la Plaza del Duque confluyendo Cofradías
 para entrar en la Plaza de la Campana. 


 Paso de Jesús ante Caifás de la Hermandad de San Gonzalo 
en la puerta de la Iglesia del Sto. Angel. 


Cristo del Buen Fin en la Plaza de San Lorenzo. 



A la hora de ver Cofradías, ¿prefieres quedarte en un sitio fijo a esperarlas o por el contrario te gusta ir a buscarlas?
La verdad es que hago un poco de todo. Me gusta ver las que pasan por debajo del balcón, las que vienen del arrabal Trianero para entrar en la "Carrera Oficial" (itinerario por el que pasan todas las Cofradías) hacia la Catedral. También, como he comentado antes, ver las primeras de la tarde en la plaza del Duque, y por supuesto ir a buscarlas para acompañarlas de recogida. Los ambientes cambian completamente si se contemplan las Cofradías durante su Procesión o si se hace cuando están a punto de entrar en sus Templos: el escenario, el público, el sonido… hasta el incienso huele diferente, todo cambia, no es mejor lo uno que lo otro, pero como comento, es muy distinto. También me gusta encontrármelas. En ocasiones, cuando vas callejeando en busca de una Cofradía, “sin querer” te encuentras a otra al doblar cualquier esquina. Ese es un momento excepcional. Concretamente el Martes Santo de 2.009 me ocurrió con la Virgen de la Angustia de la Hermandad de los Estudiantes, y aquella “estampa” nunca se borrará de mi mente, o el pasado año, al encontrarme el Paso de la Cena en la calle Trajano. También me gusta mucho ir a buscar de vuelta a las que pasan por la Plaza Nueva.




Jesús Despojado en la calle Rioja. 

La Cena en la calle Trajano. 


¿Qué no te perderías?
En general puedo decir que no me perdería la Semana Santa entera, pero si tengo que puntualizar, no me perdería mi Estación de Penitencia con mi Cristo del Cachorro y mi Virgen del Patrocinio, Ellos me acompañaron en un día tan especial como el de mi Boda (pues Conchita y yo nos casamos en su Altar), y yo les acompaño en su dolor el Viernes Santo; tampoco me perdería el Jueves Santo por la mañana en la Capilla de los Marineros, cuando un grupo de cofrades de la Hermandad del Cachorro, acudimos allí cada año para ofrecer  un ramo de flores a la Esperanza de Triana y rezarle una Salve; es un momento muy emotivo, donde nos confraternizamos de corazón con otros cofrades de nuestra vecina Hermandad. Los besos, abrazos y el cariño hacia ellos, se perciben en el ambiente mezclándose con el sentimiento y cariño a la Esperanza de Triana. Algo que tampoco me gustaría perderme son los paseos matutinos entre el Lunes y Miércoles Santo; ni el instante en el que llegamos desde Zaragoza a la estación de Santa Justa de Sevilla, cogemos un taxi, y durante el trayecto vamos observándolo todo sin perdernos ni un detalle, puesto que es Semana Santa y Sevilla está más guapa; no me perdería las buenas conversaciones con Conchita y con nuestros amigos mientras pasan las largas filas de nazarenos antes de que llegue el Paso; el ir corriendo de un sitio a otro para poder ver todas las Cofradías (las que se pueden); el Besamanos del Gran Poder; el Besapies de mi Cristo del Cachorro el Domingo de Resurrección; el momento en que entro en mi Casa Hermandad el Viernes Santo y me reencuentro con mis hermanos, a los que en ocasiones no he visto desde el año anterior; la primera Oración que dedico a mi Cristo y a mi Virgen  ya revestido con mi túnica y mi medalla; la cara de algunos niños y personas mayores cuando les das una estampita, las llamadas telefónicas y mensajes de los míos desde Zaragoza para desearme buena Estación de Penitencia, el momento totalmente íntimo y ritual en que me pongo la túnica de mi Hermandad, la mirada de Conchita cuando me ve vestido de nazareno (que tan sólo con observarla de refilón ya se qué es lo que me está diciendo y deseando), la imagen de cualquier Virgen por detrás cuando ya se aleja y le dices “hasta el año que viene” mientras se difuminan las notas musicales de la banda, la Macarena el Sábado Santo por la mañana con la carita cansada de la Madrugá… y si hablamos puramente de Cofradías, no me perdería, además de las que ya he nombrado en una de las respuestas anteriores, la Borriquita en la calle Cuna; la salida del Silencio o la del Gran poder (si voy a una no puedo llegar a la otra); la Virgen de la Estrella y La Piedad de la Hermandad del Baratillo en la Iglesia del Santo Ángel; el Cristo de Las Aguas en cualquier sitio; la Presentación al Pueblo de San Benito en la plaza del Duque; las Siete Palabras y las Penas de San Vicente en Alfonso XII; el Cristo de la Fundación de la Hermandad de los Negritos en la plaza de la  Encarnación; en el mismo sitio La Piedad de los Servitas, esperándolos en el Mesón Olalla tomándome algo; el Cristo del Calvario en la calle  O’Donell; el sonido que se produce al cerrarse las puertas de la Iglesia de San Lorenzo el Sábado Santo, un sonido que parece que habla diciendo que “todo está consumado”; el compás lejano de la Banda Virgen de los Reyes acompañando al Señor Resucitado a la Iglesia de Santa Marina…


Ajustándome el capirote antes de la Procesión. 

Acudiendo a la Iglesia de mi Hermandad el Viernes Santo. 
En Sevilla se acude con la cara tapada a la Procesión 
y se vuelve de la misma forma. 

Comienza la Procesión. 

Ofrenda de flores a la Esperanza de Triana 
con mis hermanos del Cachorro. 
(Abajo a la derecha de la foto)

Saludando a una hermana de la Esperanza de Triana tras la ofrenda. 
(Abajo a la derecha de la foto)

Besamanos del Gran Poder.

Besapies del Cristo del Cachorro el Domingo de Resurrección. 

 Stmo. Cristo de las Siete Palabras en la calle Alfonso XII.


En el Mesón Olalla esperando a La Piedad 
de la Hermandad de los Servitas. 

La Hermandad de los Servitas llegando a la Encarnación 
justo en la puerta del Mesón Olalla.


¿Con la salida de qué Cofradía te quedas?
Sin duda alguna con la salida de la Bofetá (Jesús ante Anas). Ese momento de espera para ver ponerse en la calle a la última Cofradía del Martes Santo, (después de haber repuesto fuerzas con unas croquetitas acompañadas de alguna bebida espumosa y refrescante en Casa Ricardo), mientras detrás de la Iglesia se escuchan “acordes de calentamiento” de las bandas de las Cigarreras y la Oliva de Salteras. La plaza de San Lorenzo “hasta la bandera” para ver a Jesús ante Anás y a la Virgen del Dulce Nombre evangelizando Sevilla. Me resulta espectacular el momento en que, tanto el Señor como su Madre, entran en la calle Conde de Barajas y se observa desde la estatua de Juan de Mesa cómo se van alejando; algo que no es una despedida, ya que en unas horas me reencontraré con ellos en la Plaza Nueva.


El Paso de Jesús ante Anás “La Bofetá” preparado 
para salir en la Iglesia de San Lorenzo. 

Virgen del Dulce Nombre. 

Estatua del escultor Juan de Mesa en la Plaza de San Lorenzo. 


¿Y con qué entrada?
Esta también la tengo muy clara. La Hermandad del Museo. Es algo para vivirlo cuarenta veces y me quedo corto: Plaza del Museo, luces apagadas, la oscuridad de la noche ha hecho que el murmullo de los cofrades sevillanos se apodere del “chirriar”  de esos pajarillos llamados vencejos que llegan a la ciudad cada primavera. Sólo se ven cabezas, te “acomodas” como puedes en medio metro cuadrado. Muchos optan por ver la Cofradía a través de las cristaleras del Bar Iscariote mientras refrescan sus paladares en medio de un buen ambiente cofrade. De repente, un silencio reposa sobre esta gran Plaza. La sombra de Cristo Expirante tiñe la fachada de la Capilla. Una saeta se escucha, este año será desde el balcón del Cielo (Pepe Peregil D.E.P.) y, casi sin ser acabada, enlaza con otra prima hermana de la anterior, que sale de la garganta y el alma de un devoto anónimo cuya sombra se adivina agarrada a la verja de una ventana. El Señor entra en su Templo y el silencio comienza a ser vencido por el “campanilleo” de los varales del Paso de la Virgen de las Aguas, entremezclado con sinfonías procedentes de unos músicos llenos de corazón y de sentimiento… “¡Qué guapa estás Madre! Y cuánta paz nos entregas con tu mirada.”  Para mí, una de las Vírgenes con el rostro más “humano”. Es una mujer guapa, con la cara “lavá” y la toca muy bien puesta. Poquito a poco se dispone a entrar por la puerta de su casa para quedarse con su Niño. Aplausos, rezos, lágrimas, miradas… muchas miradas hacia Ella repletas de emoción, se entrelazan en uno de los ambientes, a mi parecer, más puramente cofrades.


La Virgen de Las Aguas, uno de los rostros más humanos
 de la Semana Santa de Sevilla.


No entiendes la Semana Santa sin…
Sin devoción, sin Fe, sin penitencia, sin amor, sin cristiandad, sin hermanamiento, sin caridad…, pero tampoco la entiendo sin todo aquello que la envuelve de un ambiente especial y que nos acerca a Dios y a María de una forma particularmente maravillosa,  por lo que no la comprendo sin Cofradías en la calle; sin los momentos de recogimiento y sin los de aplausos, sin procesiones de silencio y sin bandas; sin saetas y sin Oraciones; sin hermandades de centro y sin las de barrio; sin túnicas de capa y sin las de cola; sin alegría y sin llanto; sin piropos y sin rezos anónimos; sin abstinencia y sin bacalao con tomate, sin olor a incienso y sin aroma de puesto de calentitos (churros); sin estrenos de Domingo de Ramos (dicen que el que no estrena ese día se le caen las manos) y sin el mismo Rosario que llevo cada año para la Estación de Penitencia;  sin nazarenos, costaleros y músicos; sin Capillas y sin bares cofrades; sin cofrades autóctonos y sin turistas de “lengua de trapo”, pantalón corto y cámara en mano que no se pierden una; sin niños y sin sus abuelos, que los llevan a ver su primera Cofradía; sin aplausos y sin los chssssssssss… que en ocasiones molestan lo suyo pero también tienen su sitio en la Semana Grande; sin las miradas de ojos emocionados y sin las de los objetivos de los “tira-fotos” de  turno que tras empujarte se han colocado con sus cámaras delante de ti arruinándote el sitio que habías cogido desde hace cuatro horas; sin los palcos del Ayuntamiento y sin bulla en la calle; sin el que silba al compás de una marcha rompiendo el momento estelar de cualquier Paso de Palio por una calle romántica y sin el que lo mira arqueando la ceja para indicarle que está molestando; sin botellín de agua en el bolsillo de la túnica para aguantar doce horas de Procesión y sin cervecita fría en la puerta de cualquier taberna viendo al Cristo de la Salud llegar desde el barrio de San Bernardo una calurosa tarde de Miércoles Santo;  sin las miradas al cielo mientras se reza para que los Ángeles no lloren; sin estampitas y sin medallitas para repartir a los devotos; sin los más pequeños diciendo “nazareno dame un caramelo” y “nazareno dame cera”; sin los despertares junto a Conchita cada día de la semana donde amanece una nueva ilusión; sin ese momento tan bonito en que los papás le susurran a su niño en voz muy baja “échale un besito a la Virgen y otro al Señor”; sin el vendedor de “a la rica arvellana” en las sillas de la Carrera Oficial  (al que se le oye desde Huelva anunciando frutos secos para la venta) y sin el silencio que se produce cuando pasa por la Avenida la Soledad de San Lorenzo; sin café y sin tostá de paté a las tantas de la mañana para reponer fuerzas; sin el que se baja la silla de su casa y sin el que está de pié; sin el “Catedrático en Cofradías”, que se sabe hasta la colonia que usa el que bordó el manto de cualquier Virgen y sin el que ha venido de tierras lejanas y de costumbres diferentes y pregunta que “si para salir de capuchino hay que hacerse socio” (y eso lo ha escuchado el que aquí suscribe); sin la cara que se le queda al vendedor de globos cuando por despiste se le escapa todo el manojo y sin el ¡oooooooooooooooooohhh! que lanza el público al verlo como si de un ¡Olé! a Morante de la Puebla en cualquiera de sus gloriosas tardes de Feria se tratara. En fin, que no entiendo la Semana Santa sin Ellos y sin todo lo que les rodea, y entiendo que, al rodearlos a Ellos,  siempre será bueno.


Cofradías en la calle. Hermandad del Amor. 


Saeta a la Virgen de las Angustias de la Hermandad de los Gitanos. 


Nazarenos de la Hermandad de la Amargura tras salir de la Catedral. 


Cofradía pasando por los palcos. 


Nazareno dame un caramelo.


Nazareno dame cera.


Mirando al cielo del Viernes Santo y pidiéndole que no llore. 


Con Conchita en el “bar cofrade Garlochí”. 


El vendedor de globos, en este caso vendedora. 


Él, mi Cristo del Cachorro. 


Ella, mi Virgen del Patrocinio. 


Qué te consideras más ¿Cristífero o Mariano?
Por el motivo que sea siempre me he fijado más en Cristo, tanto en su forma de actuar y de hablar como hombre, como en su propia iconografía en los distintos momentos de la Pasión; pero siempre voy acompañado de la mano de María, pues Ella, como Mediadora Universal, me acerca a Jesús, y los dos juntos a Dios.

Además de las Imágenes devocionales de tu Hermandad, ¿qué otras advocaciones te gustan de una forma especial?
Ufff… Creo que puedo estar aquí días escribiendo así que nombraré algunas. El Gran Poder, La Virgen del Dulce Nombre, la Soledad de San Lorenzo, el Nazareno del Silencio, La Esperanza de Triana, la Macarena, la Virgen de las Aguas, la Amargura,  el Señor de Pasión, el Cristo del Calvario, el Cristo de la Salud de los Gitanos… 


Jesús del Gran Poder.

Soledad de San Lorenzo. 

La Macarena. 

Virgen de la Amargura. 

El Señor de Pasión. 

Stmo. Cristo de la Salud. “Los Gitanos”. 


Prefieres las Procesiones, ¿de día o de noche?
Las dos tienen su encanto y no sabría por cuál decantarme. El día me produce una alegría especial al saber que queda mucho por ver. Las Cofradías “con sol” tienen una “vida” muy especial. Me gusta ver brotar el incienso a través de los rayos de luz, creando una cortina translúcida a través de la cuál aparece un Cristo o una Virgen. Por el contrario, la noche me llena de recogimiento, el ambiente se plaga de una belleza extraordinaria, las sensaciones en el corazón se realzan, la emoción está a flor de piel, el sonido de las calles es diferente.


Procesión de día. La Borriquita en la calle Cuna.

Procesión de Noche. El Cristo de las Aguas en la calle Rioja. 


Si tuvieses que asistir a una Semana Santa que no fuese la de Sevilla ni la de Zaragoza, ¿dónde irías?
Pues creo que me iría a ver la de cualquier pueblo del Aljarafe, que además de que tienen una Semana Santa preciosa, estaría muy cerca de Sevilla para hacer alguna escapadita. No obstante me gusta muchísimo la de Málaga.


El Prendimiento de Málaga en la JMJ 2.011


Tanto las Procesiones como las propias Cofradías, aun manteniendo la misma esencia, han ido evolucionando a lo largo de los siglos, ¿cómo te imaginas la Semana Santa dentro de… doscientos años?
Después de lo del “Plan Palio” de 2.011 (una brillante idea de poner sillas a pleno sol para ver las procesiones a las 5 de la tarde, donde se derretían hasta las lagartijas) veo sillas y palcos encima de “las setas de la Encarnación” (Ver foto y explicación más abajo para saber lo que son “las setas”). Es broma. Es complicado imaginarlo, ya que si echamos la vista atrás doscientos años, las Hermandades no gozaban de un momento económico muy brillante que digamos, lo cuál les suponía grandes dificultades para realizar su Estación de Penitencia (Procesión), además de los asuntos políticos por todos sobradamente conocidos. Aspectos que, a fecha de hoy, pueden parecer un tanto utópicos, dentro de dos siglos pueden ser cotidianos. Evidentemente, una reestructuración en el conjunto de los cortejos procesionales puede producirse, y no me refiero a un cambio de itinerario dentro de la Carrera Oficial debido al gran número de Cofradías existentes, sino a asuntos que se han escuchado como una segunda Madrugá, tema ya tratado en el siglo XIX y que tendría lugar la madrugada del Miércoles al Jueves Santo con el objeto de que las Cofradías de nueva creación tengan su sitio. Para entonces, Hermandades de algunos barrios que a fecha de hoy no realizan su Estación de Penitencia a la Catedral, o incluso todavía son pequeñas Agrupaciones Parroquiales pueden tener mucha fuerza, pues todos sabemos que las devociones en las zonas de la periferia de Sevilla arrastran multitudes. Respecto a la música seguro que habrá cambios, aunque siempre se conservarán las marchas tradicionales como pasa ahora. Lo mismo ocurre con la forma de andar de los Pasos, que aunque se innove siempre perdurará la herencia de los costaleros antiguos. Las Imágenes nuevas que se realicen seguirán en la misma línea, es decir, que supondrán verdaderas obras de arte, y todos sabemos que el barroco predomina en nuestra Semana Santa. Puede que se produzcan más transformaciones en el público por los cambios que se puedan dar en la propia sociedad, lo que conllevará a algún tipo de costumbre o moda  nueva a la hora de ver las Procesiones como ocurre ahora con el hecho de llevarse sillitas plegables,  pero nada más. La Semana Santa es la que es y de la forma que es, pero siempre, siempre, con devoción hacia Ellos.



Elemento arquitectónico implantado en la Plaza de la Encarnación
conocido popularmente como “las setas”.


Un aroma de la Semana Santa que te guste.
Me gusta mucho el olor a flores recién mojadas que hay en las iglesias en Semana Santa. El incienso también es un aroma que me produce cierta sensibilidad. A veces, al pasar una Cofradía, el olor a incienso se mezcla con el de las torrijas de cualquier confitería dando como resultado un aroma dulce muy particular. Me gusta también el olor a naranjos que tiene Sevilla al comenzar la primavera. El Templo del Cachorro también tiene un olor particular que me produce cierto sosiego, puede que sea porque ahí estén mi Cristo y mi Virgen, pero es cierto; y el olor de las mañanas fresquitas de primavera, que invitan a irse a ver  Capillas.

Incienso. Hermandad de Jesús Despojado. 

Jesús Despojado pasando entre naranjos. 

Y si hablamos de olor, no nos vamos a quedar sin el sabor, así que… ¿qué te gusta comer en Semana Santa y dónde?
El bacalao frito del “Mudo” antes de ver la salida de la Cofradía del Carmen Doloroso, los papelones de la freiduría del Arenal, las croquetas de Casa Ricardo, el menudo con garbanzos de La Fresquita, el adobo en cualquier taberna de Triana, los montaditos de la Bodeguita de Santa Ana, las papas aliñás del Amarillo Albero, los higaditos de pollo de La Sevillanía,  la mojama del Faro de Triana, la ensaladilla del Martín, los “piripis” de la Bodeguita de Antonio Romero, cualquier tapa en el buen ambiente cofrade que se respira en El Refugio…

Bar cofrade El Refugio.


En El Refugio con Antonio (propietario del bar) y
 con Daniel (también hermano del Cachorro). 



Y ya para terminar, y puesto que estamos entre tertulianos, ¿qué es lo que más te gusta de nuestra Tertulia?
La verdad es que somos como una familia. Cada uno de nosotros tenemos nuestros grupos de amigos ajenos a la Tertulia, y luego a parte, el grupo de los que formamos la Tertulia. Nos conocíamos todos prácticamente desde la adolescencia, a excepción de Conchita, pero al casarnos los conoció a ellos. Hemos formado un buen grupo, al que cada uno aporta algo especial y diferente al resto. Hay amistad, cariño, ilusión y muchas ganas por hacer las cosas, que es lo más importante. El lema de nuestra Tertulia habla por sí sólo: CORAZÓN, SENTIMIENTO Y AMISTAD.

Un beso cofrade de todo corazón.