OTRA VEZ NAVIDAD. Maite Cebollada.

              Quizás alguno de vosotros sea como yo, de los que año tras año vamos diciendo: cada día me gusta menos la Navidad, cada año me falta más gente cercana, siempre igual comer y más comer…etc, etc. Son los típicos tópicos de Navidad, y en realidad lo sentimos así . La realidad es que como cristianos nos hemos dejado engullir por esta sociedad consumista, que  celebra la Navidad sin sentir en realidad lo que celebra; porque amigos, ¿por qué hemos de estar tristes si nos faltan seres queridos? Eso lo sentimos todos los días, ¿por qué hemos de comer más?

En Belén por aquellos años no se ponían ciegos de dulces precisamente, ¿por qué ponemos un árbol con bolas? Si  en aquellas zonas no hay más que palmeras, ¿por qué los nacimientos con nieve? Nieve en Nazaret, ¡anda ya!

La cosa es que hemos perdido la esencia de lo que realmente estamos celebrando. Celebramos que nació Jesús de Nazaret, el hijo de María y José, el carpintero, ese niño que durante 30 años fue un niño normal (aunque el crío era muy “espabilao” y despuntaba en todo), hasta que sintió que era el momento y decidió dejarlo todo con un único propósito: sacrificarse por todos los que veníamos detrás, por todos sus hermanos, por todos sin excepción.


Foto: Pepe Lasala


Y eso es lo que hay que celebrar que hace 2.000 años nació Él, nuestro Salvador, y eso es lo que nos tiene que alegrar, esa es la alegría que tiene que llenar el corazón de un cristiano. Es como cuando celebramos el cumpleaños de un padre, de un hijo, de un amigo, de un abuelo, de tu mujer, de tu novio,… ¿por qué lo celebras?; porque te ha dado la vida, porque le has dado la vida, porque está contigo por encima de todo, por ser como es, porque le amas. Pues imaginaros todo eso multiplicado por el infinito, por ese resultado es por lo que tenemos que estar felices, por que celebramos que ha nacido el personaje mas maravilloso que ha podido existir nunca, el que dio su vida, el que se dejó morir, el que se dejó humillar, el que se dejó matar por nosotros. Y ahora os pregunto, ¿puede haber algo más grande que esto?, ¿puede haber un mayor motivo de alegría que celebrar el cumpleaños de una persona tan maravillosa y que nos ha amado tanto?

Seamos conscientes de lo que celebramos, y basta ya de dejarnos llevar por fiestas impuestas. Celebremos simplemente un cumpleaños, el de nuestro hermano Jesús de Nazaret.