Fotos: Enrique
Aisa y Pepe Lasala
Un año más, los cofrades de esta
Tertulia junto con amigos y simpatizantes hemos disfrutado de una jornada de
convivencia en el que ha sido ya el "VII PREGÓN DE SEMANA SANTA TERTULIA
COFRADE CRUZ ARBÓREA ", el cual transcurrió junto a la "Tapa
Solidaria" y "El Mercadillo Cofrade" en las instalaciones del
"Grupo Aragonés el Pilar", a quienes queremos agradecer una vez más
el buen hacer y el cariño que siempre muestran hacia nosotros. La finalidad del
evento, como cada año, no fue otra que la de ayudar un poquito a quienes nos
necesitan.
Tras recibir a los invitados se procedió
al rezo de una Oración, así como a la posterior presentación del pregonero.
Posteriormente, y a cargo del Pregonero
designado por nuestra Tertulia D. José Luis Pardo Barcelona, cofrade de Nuestra
Señora de la Piedad y del Santo Sepulcro, se produjo una explosión de
sentimientos cofrades que llenó el corazón a todos los presentes.
A continuación plasmamos algunos párrafos
de su Pregón.
Buenas tardes familia, hermanos, amigos y cofrades.
¿Qué voy a decir de mi mujer? Que llevamos juntos
desde aquel frío diciembre del 84. Tantos años juntos, compartiendo tantos
momentos y tantas primaveras como Semana Santas. Qué decir de aquella joven de
quince años, que en el día que la conocí, tuvo que soportar el gran rollo que
le conté, de mis dos grandes pasiones, el judo y la Semana Santa.
Hoy, a 21 días del Pregón Oficial de nuestra Semana
Santa, a 27 días de celebrar el 400 aniversario del Santo Entierro de Zaragoza,
y a 28 días de que el presente pregonero de nuestra querida Tertulia cumpla
medio siglo de vida, aquí estoy conservando la misma ilusión de aquél joven
cofrade.
Mi primer contacto con la Semana Santa, aunque
muchos de vosotros lo desconocéis, se remonta a mi niñez. Con 7 años, mis
padres compraron una casa de recreo en la Puebla de Híjar, cada año cuando
llegaba la Semana Santa, el entusiasta que tenéis ante vosotros, era la persona
que menos interés e ilusión mostraba en esos días de sonidos y estruendo, dado
que me atemorizaban. Tras la muerte de mi querido abuelo José y al ser él quien
más disfrutaba de dicha casa, dejó tal vacío que mis padres decidieron
venderla.
Y fue el siguiente año, 1981, cuando por fin
descubrí la Semana Santa de nuestra querida ciudad, cuando tras ver pasar al
Señor de la Cama, una vez finalizado el Santo Entierro, sentí que quería ser
partícipe de ello.
La decisión estaba tomada, por ser alumno de La
Salle y muchos de mis amigos formar parte de esta Cofradía, no podría ser de
otra manera que yo comenzase mi trayectoria como cofrade en La Eucaristía. Y
desde aquél lejano 1981 hasta hoy 2017, ¿Qué os voy a contar, y sobre todo a
muchos de vosotros que hemos compartido tantos momentos, el significado que
esto tiene para mí?
Y tantos
sentimientos y emociones vividas, en procesiones, Domingos de Ramos, Jueves
Santos, Viernes Santos e incluso siendo Cofrade de acera; acera, de la cual me
rescató una carta a los Reyes de Magos de mi hijo, “Queridos Reyes Magos,
quiero ser cofrade, de La Piedad”.
En esta etapa hay un cambio significativo, puesto
que mi nueva andadura como cofrade va siempre de la mano de mi hijo. En ella he
descubierto una faceta del cofrade que deberíamos explotar más, la caridad.
En estos tiempos que vivimos, en el que al
tradicional lo tachan de revolucionario, al patriota de extremo y en el que las
tradiciones de nuestros abuelos son sinónimo de actos casposos y antiguos,
siento pena de que buena parte de nuestros jóvenes no tengan la oportunidad de
acercarse a algo tan bonito, rico y variado, como es nuestra Semana Santa, ya
que, si vivir es sentir, nosotros, los cofrades, vivimos y sentimos más.
Me considero defensor de todas las Semana Santas,
admirador de la de Sevilla y Málaga, y cómo no, acérrimo a la de Zaragoza, la
nuestra.
Como la mayoría de los presentes, tengo muchos
momentos álgidos durante estos siete días, en los que seguro que coincidiré con
muchos de vosotros...
Pero me voy a limitar a comenzar en la tarde noche
del Martes Santo con el acto de entrega de los hermanos del refugio del Cristo
de los Transeúntes a la cofradía de la Piedad, para que unas horas después se
produzca el encuentro de éste y su madre, en su casa, San Cayetano.
Me encanta la mañana del Jueves Santo, mañana larga
de procesiones vermús y abrazos.
Respecto a la tarde, es una tarde de nervios marcada
por la mesa petitoria y la guardia, es la última guardia, y el momento de vela,
se va convirtiendo en un momento de soledad e intimidad previo a un acto tan
solemne y emocionante como es el de preparar a Madre e Hijo en el interior de
la iglesia, para su posterior salida procesional a las 00:00 horas.
Y llega el momento, mismo escenario, me incorporo
con mi hijo a la formación, una luna llena de primavera más y un Jueves Santo
más, tan igual y tan distinto como el anterior.
Con el capirote bien puesto y la cara cubierta, doy
gracias de poder sumar un año más, y desde los ojos de mi capirote contemplo,
lo que a mí me gusta llamar “Las edades del Cofrade”.
Llegado el Viernes Santo, con la luz del medio día,
las siete palabras se proclaman por las calles de Zaragoza y muerto Jesús en la
cruz, nuestra ciudad se prepara para su Santo Entierro.
Santo Entierro al cual tengo un cariño especial,
pues mi decisión de ser cofrade nació al finalizar esta antiquísima procesión.
Personalmente no concibo ser cofrade y no acompañar a mis titulares en el Santo
Entierro, acto que representa una seña de identidad respecto de las demás
Semana Santas de España. Al cabo de la procesión soy de aquellos rezagados que
aprovechan de la oportunidad de poder ver recogerse al Señor de la Cama, al
cual tanto admiro y tanta fe le profeso.
Quiero finalizar volviendo a aquellos 5 minutos
mágicos antes de las 00:00 horas del Viernes Santo. Os propongo una reflexión
para esta presente Semana Santa. Con el capirote bien puesto y la cara
cubierta, observo como antes he denominado, “Las edades del Cofrade”. Veo al
pequeño de bonete, en el cual podéis veros reflejados hace muchos años, cuya
única preocupación es tratar de terminar la procesión. Veo al cofrade
adolescente, pendiente de si lleva bien el hábito o su primer capirote, si
sigue su fila adecuadamente. Veo a mis contemporáneos, pendientes de sus hijos
a los cuales han visto crecer un año más. Y por último veo a aquel señor mayor,
que aunque con dificultades es incondicional a su cita anual, y cuya
preocupación es tratar de terminar al igual que aquel joven bonete la
procesión, aquel señor mayor, al que todos aspiramos a llegar sintiendo y
viviendo como la primera vez la Semana Santa que nos vio crecer.
Y tras este emocionante Pregón con el que José Luis
Pardo nos hizo vibrar, pasamos a presentar el cartel de nuestra Tertulia para
la Semana Santa de 2017; una fotografía del Cristo de la Fundación realizada en
Sevilla durante la tarde del Jueves Santo.
Dicho cartel fue entregado al Pregonero, así como al "Grupo
Aragonés El Pilar" en agradecimiento por cedernos sus instalaciones.
También hubo alguna sorpresa, como la dedicatoria de
una Jota por parte de D. Carmelo Langa componente del Grupo Aragonés el Pilar,
a la Hermandad de la Sangre de Cristo con motivo de la celebración del 400
Aniversario de la Procesión del Santo Entierro. Jota que además de ser cantada,
fue entregada en un escrito a D. Luis Segura, miembro de Junta de dicha Hermandad y querido tertuliano nuestro.
Por último, pasamos a disfrutar de un buen rato de
convivencia celebrando nuestra "Tapa Solidaria" cuyos beneficios
junto con los del "Mercadillo Cofrade" irán destinados al Centro de
día y consigna "San Blas" de Zaragoza.
Desde esta Tertulia queremos agradeceros a todos vuestra
colaboración, así como los alimentos depositados para la Parroquia de San Pablo
de Zaragoza y por supuesto... vuestro cariño y compañía.