-Si subes el volumen de tus altavoces lo disfrutarás dos veces-
Un año más… Así se llamaba aquella canción del
legendario grupo Mecano que a finales de los 80 nos recordaba que un nuevo año iba
a comenzar. Sí, ya lo sé, no es Nochevieja, pero ese título puede cambiar su
significado dependiendo del sentir del corazón que lo interprete.
Por eso, un año más venimos aquí para compartir nuestra
Semana Santa de Sevilla; un año más en el que las notas
musicales de una Banda acariciaron el andar de aquel Paso de Misterio; un año
más en el que los cofrades de una misma Hermandad se abrazaron con emoción tras
culminar su Estación de Penitencia o al ser conscientes de que el cielo por
desgracia no lo iba a permitir; un año más donde los pétalos de una rosa de
pasión cayeron sobre aquel palio bajo el que reina la Madre de Dios; un año más
en el que a media tarde de cada jornada el dulzor de las torrijas nos despertó
los sentidos tras el cansancio acumulado; un año más donde el quejío de una saeta hizo de nana bajo la
luz de la Luna para acunar al Cristo del Museo; un año más en el que algunos
partieron para ver ya las cofradías desde el “balcón de la Gloria”; un año más
en el que peinas y mantillas conformaron un gran Rosario de cuentas que se
extendió por todas y cada una de nuestras calles; un año más en el que varios
hombres llevaron una promesa bajo la tela de su costal con Fe, devoción y por
supuesto mucho arte; un año más en el que “Incienso y Azahar” fue el nombre del
perfume que nos regaló la Primavera; un año más en el que doce caballeros
compartieron mesa junto al Maestro sobre un humilde mantel en el templo de los
Terceros; un año más en el que quedó bien claro que la noche mágica para los
niños no es otra que aquella en la que sueñan con acompañar a Jesús vestidos de
blanco hacia su entrada en Jerusalén; un año más en el que tres golpes secos de
martillo hicieron el silencio de alguna plaza a la voz ronca de un capataz; un
año más en el que la Iglesia de Santa Marina fue testigo de que Jesús había
resucitado; un año más en el que el Cachorro expiró en Triana, la Macarena nos
tendió su mano en el Arco, el Gran Poder llevó nuestra Cruz desde San Lorenzo y
una Virgen de ojos negros y tez morena repartió Esperanza por toda la calle
Pureza; un año más en la que los cofrades tuvimos la oportunidad de saborear la
Semana Santa de Sevilla.
Y la luz del día expiró, entregando el relevo a las noches de
Primavera...