Hoy en nuestra Tertulia
retornamos a la normalidad, y tras los resúmenes ofrecidos de la pasada Semana
Santa, volvemos a la carga con nuevas entradas en las que os transmitiremos
nuestros sentimientos y vivencias cofrades. A modo de información, quiero añadir
que el próximo fin de semana un servidor se encontrará ausente, por lo que
el Viernes 3 de Mayo este blog no
presentará nueva publicación, pasando la misma si Dios quiere al día 10 del
mismo mes; os ruego me disculpéis. Y ahora ya, comencemos.
Si hay algo realmente
conmovedor para el corazón del ser humano, es el sufrimiento y la soledad de
una madre, algo que los cristianos hemos ido percibiendo a través de la Virgen María desde hace más de
dos mil años. Por eso, hoy vamos a arrodillarnos ante Ella para acompañarla en
su dolor, y para ello vamos a acercarnos hasta la Parroquia de San Lorenzo
de Sevilla, donde nos quedaremos un ratito ante Nuestra Señora de La Soledad.
Allí se encuentra una de las
Hermandades con más historia de la capital hispalense. Se trata de la Pontificia y Real Hermandad Sacramental, Nuestra
señora de Roca-Amador, Animas Benditas, Beato Marcelo Spínola y Primitiva
Cofradía de Nazarenos de María Santísima en su Soledad. Conocida
popularmente como la de “La
Soledad de San Lorenzo”, esta Cofradía cierra cada Sábado
Santo la Pasión
de Cristo justo antes de la
Vigilia de su Resurrección. Por su antigüedad, ya que data de
hace más de 450 años, cuenta con multitud de anécdotas, datos y por supuesto
curiosidades, de las cuáles alguna os contaré a continuación.
La imagen de la Virgen de la Soledad , es la más antigua
de las que procesionan en la Semana Santa
Sevillana, y parece ser que fue la primera que lo hizo bajo palio, a pesar de
que actualmente salga sin él. A mediados del siglo XVI contaba con tres Pasos:
el de la Cruz ,
el del Cristo Yacente, el cuál llevaba una escolta romana conocida comúnmente
como “armaos”, y el de Nuestra Señora de La Soledad. Por aquel entonces, su
Procesión no tenía lugar el Sábado, sino el Viernes Santo. El Domingo de
Resurrección, la Cofradía
celebraba el encuentro entre el Resucitado y la Virgen de La Alegría , y según cuentan,
pudiera ser que para este acto a la
Virgen se le sustituyera la cabeza, transformando de este
modo su rostro de tristeza en alegría, algo que puede ser discutible siendo que
en el inventario del año 1.597 la
Hermandad contaba con dos Vírgenes perfectamente
diferenciadas. Para terminar con estos datos a mi parecer dignos de que
conozcáis, añadir que a sus cofrades se les conoce cariñosamente como
“soleanos”.
Era sábado. Sevilla llevaba
toda la semana gozando de una ebullición totalmente evangelizadora y alegre. La
primavera continuaba su natural desarrollo, pero aquel día era diferente. Los
naranjos amanecían marchitos, mientras el azahar de aquel Abril no se mostraba
en todo su esplendor. El sol que iluminaba a Híspalis, dejó de teñir sus
fachadas en color albero para pintar en un tono plata vieja las aguas de aquel
río que Guadalquivir se llama. La
Giralda y la
Torre del Oro, siempre juguetonas y dicharacheras,
permanecían pausadas, sin realzar esos cantes por bulerías a los que nos tienen
acostumbrados. Algo le ocurría a Sevilla, algo le pasaba aquella tarde en la
que el Arco Iris no nos permitía diferenciar sus colores. Mientras el silencio
de la ciudad se propagaba de punta a punta, nuestro asombro era cada vez mayor,
hasta que finalmente, cuando la
Iglesia de San Lorenzo abrió sus puertas, todo tuvo su
explicación: Ella estaba sola.