Todo está consumado y la Palabra se ha cumplido. Mientras
tanto, los días previos se funden en un beso con las experiencias vividas
durante una semana para proclamar en un "te quiero" con sabor a
Viernes Santo el amor por la Pasión... Pasión de Cristo. La medalla, la cinta de la Virgen, las gotas de
sangre de aquel Nazareno que eternamente expira en la Cruz y que cayeron sobre
su Paso para transformarse en claveles carmesí, ya descansan junto al Rosario
de la vida para volver a su lugar de origen, mi corazón.
Todo llega y todo pasa, y tal como prometimos, aquí
estamos para compartir con vosotros, en primer lugar, los momentos vividos por
los componentes de la Tertulia que participamos en la Semana Santa de Sevilla,
para que posteriormente y en una segunda entrada, quienes asistieron a las
procesiones de Zaragoza nos cuenten cómo han vivido este año la Pasión.
Pero antes de comenzar, queremos mostrar nuestro
agradecimiento y cariño a quienes han hecho que viviéramos la Semana Santa de
una forma muy especial.
Así que en primer lugar, gracias a la Hermandad de
las Siete Palabras y a la Parroquia de San Vicente, por abrirnos sus puertas el
Miércoles Santo por la mañana cuando fuimos a entregarles, ofrenda floral
incluida, el cartel que anunció la Semana Santa para este año en nuestra
Tertulia, puesto que en él, figuraba una fotografía del Nazareno de la Divina
Misericordia, Titular de dicha Hermandad.
Gracias también a nuestras cinco corresponsales
Nieves, Ana, Conchita, Maite y Pilar, pues ellas han hecho que en todo momento
durante la Semana Santa, la Tertulia se mantuviese perfectamente comunicada
entre nuestras dos ciudades, Sevilla y Zaragoza.
Y por último, gracias a todos aquellos que, bien
estando a nuestro lado en suelo sevillano, o desde la distancia en cualquier
rincón del Universo, han hecho que para nosotros esta Semana Santa sea
inolvidable.
Y ahora ya, vamos a disfrutar todos juntos de los días grandes, presenciando con los cinco sentidos el paso de las cofradías y envolviéndonos de su esencia. Así que, id tomando asiento mientras nosotros enfocamos ya las cámaras.
El sol anunció su recogida, cayó la tarde y la luna
nos envolvió con su mirada. Abrazando por el hombro a la Giralda, nos contó "Paso
a Paso" cómo era la Semana Santa. Entre el gentío nos tendió la mano, y
con un guiño de complicidad, nos subió a su carruaje para dar un paseo nocturno
por Sevilla al compás de sus cofradías. Desde la Plaza Nueva hasta el Altozano,
pasando por Julio César para llegar hasta esas Noches en la Plaza del Museo
donde la Virgen de las Aguas camina con mirada de Madre; desde San Lorenzo
hasta el Duque, donde el Gran Poder de Dios con la Cruz a cuestas arrastra sus
pies para dirigirse más tarde hacia la Puerta de Triana en busca de la
Esperanza; desde el Salvador a la calle Orfila, donde una hermandad del gremio de
panaderos envuelve su corazón con "chusquitos" de pan para rezar a
Jesús Prendido; desde el Silencio hasta la Campana, donde el pelícano se pica
el pecho para dar de comer a sus crías en señal de Amor, mientras un nazareno
de negro con su espada, defiende hasta la última gota de su sangre el dogma
Concepcionista; desde el Arenal Baratillero hasta la calle Rioja, donde un ángel recoge el agua que brota del costado derecho del Hijo del Hombre; desde
la Encarnación hasta San Juan de la Palma, donde la Amargura de una Madre suena
a silencio blanco, blanco de túnicas nazarenas; desde la calle Imagen hasta San
Julián, donde la Buena Muerte deja ríos de azul y plata de la Hermandad de la Hiniesta;
y desde cualquier corazón hasta el Zurraque de Triana, donde se escuchó un te
quiero el pasado Viernes Santo cuando el Cristo del Cachorro estaba a punto de
expirar.
Noches de ensueño, noches de Pasión, noches de
cofradías en las que a las doce en punto suena en el campanario de la Giralda
la frase... "A Dios por el Amor".