-Sube el volumen de tu altavoz, lo disfrutarás dos veces-
Era un Jueves de Primavera, la
temperatura que envolvía la ciudad se presentaba agradable y el bullicio del
gentío revoloteaba a lo largo y ancho de aquella avenida. El cartel de un cine iluminaba
la fachada de aquel… -iba a decir “Mc
Donalds” pero veo más propio de nuestra tierra cambiarlo, así que prosigo-…,
el cartel de un cine iluminaba la fachada de aquel “100 Montaditos”. La puerta
se abrió, y del establecimiento salieron trece hombres que acababan de cenar.
Se veía un grupo muy unido, aunque entre ellos diferían mucho en cuanto a su
aspecto. Los había de prácticamente todas las edades, con barba y sin ella, con
pelo largo o corto; la escena recordaba aquellas cenas de empresa que se dan en
vísperas de Navidad y en las que cada comensal está sacado de una bolsita
diferente. No era este el caso, pero sí que fue una gran cena. Una vez en la
calle se detuvieron, y daba la impresión de que uno de ellos hablaba mientras
el resto atendía con entusiasmo a la conversación. Tenía un aspecto al estilo
“Heavy”, ese movimiento musical juvenil que tan de moda se puso allá por los
años 80 en gran parte de Europa y América. De repente, dos hombres se acercaron
al grupo, e identificándose como Agentes de la Autoridad, se llevaron detenido
al que parecía su líder.
Tras
introducirlo en un furgón, recorrieron anchas y largas calles mientras la
sirena del vehículo se pronunciaba en un llanto constante, provocando las
atentas miradas de quienes con ella se cruzaban. Pasados unos minutos, la
velocidad de aquel habitáculo con ruedas fue disminuyendo hasta que se paró por
completo frente a una fachada en la que sobre una puerta con enormes
cristaleras podía leerse "Juzgado de Guardia". Los agentes invitaron
al joven a cruzarla, y tras atravesar un largo pasillo, lo condujeron esposado
hasta una sala dispuesta a modo de oficina.
Allí
se encontraba el Juez, acompañado de un secretario, el carcelero, y dos jóvenes
de rostro inocente que, bolígrafo en mano, iban llenando folios y folios
relatando lo que allí acontecía; posiblemente se tratase de estudiantes de
Derecho en prácticas. Tras unos minutos de silencio, y tras contemplar al reo,
comenzó la lluvia de preguntas, a las que el protagonista asentía o callaba con
humildad y paciencia, recibiendo en una explosión de ira del carcelero un
fuerte golpe en la mejilla...
Es
esta una historia verídica, una historia real que, con más de dos mil años de
bagaje, hemos traído hasta nuestro tiempo para transmitir el Pasaje Evangélico
en el que Jesús es llevado ante Anás; un instante que queda reflejado en la
Semana Santa de Sevilla por la Pontificia
Fervorosa Ilustre y Antigua Hermandad y Cofradía de Nazarenos de Nuestro Padre
Jesús ante Anás, Santo Cristo del Mayor Dolor, María Santísima del Dulce Nombre
y San Juan Evangelista, y que es conocida popularmente como "La
Bofetá".
Así que, para ver todo un poquito
mejor, vámonos hasta la Parroquia de San Lorenzo.
(Juan
18:12-24)
19 Mientras tanto,
el sumo sacerdote interrogaba a Jesús acerca de sus discípulos y de sus
enseñanzas.
20 —Yo he hablado
abiertamente al mundo —respondió Jesús—. Siempre he enseñado en las sinagogas o
en el templo, donde se congregan todos los judíos. En secreto no he dicho nada. 21 ¿Por qué me
interrogas a mí? ¡Interroga a los que me han oído hablar! Ellos deben saber lo
que dije.
22 Apenas dijo
esto, uno de los guardias que estaba allí cerca le dio una bofetada y le dijo:
—¿Así contestas al sumo sacerdote?
23 —Si he dicho
algo malo —replicó Jesús—, demuéstramelo. Pero si lo que dije es correcto, ¿por
qué me pegas?
24 Entonces Anás
lo envió todavía atado, a Caifás, el sumo
sacerdote.