Pon en manos del Señor todas tus obras, y tus proyectos se cumplirán.
(Proverbios 16:3)
Podrán desfallecer mi cuerpo y mi espíritu, pero Dios fortalece mi corazón; Él es mi herencia eterna.
(Salmo 73:26)
Pero Él me dijo: «Te basta con mi gracia, pues mi poder se perfecciona en la debilidad».
(2 Corintios 12:9a)
¿Qué diremos frente a esto? Si Dios está de nuestra parte, ¿quién puede estar en contra nuestra?
(Romanos 8:31)
Alabado sea Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos ha bendecido en las regiones celestiales con toda bendición espiritual en Cristo.
(Efesios 1:3)
Confía en el Señor de todo corazón, y no en tu propia inteligencia.
Reconócelo en todos tus caminos, y Él allanará tus sendas.
(Proverbios 3:5-6)
Mas a cuantos lo recibieron, a los que creen en su nombre, les dio el derecho de ser hijos de Dios.
(Juan 1:12)
El SEÑOR es mi luz y mi salvación; ¿de quién temeré?
El SEÑOR es la fortaleza de mi vida; ¿de quién me he de atemorizar?
(Salmo 27:1)
Pero ustedes son linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo que pertenece a Dios, para que proclamen las obras maravillosas de aquel que los llamó de las tinieblas a su luz admirable.
(1 Pedro 2:9)
¡Dios es mi salvación!
Confiaré en él y no temeré.
El Señor es mi fuerza,
el Señor es mi canción;
¡Él es mi salvación!
(Isaías 12:2)
El que salga vencedor se vestirá de blanco. Jamás borraré su nombre del libro de la vida, sino que reconoceré su nombre delante de mi Padre y delante de sus ángeles.
(Apocalipsis 3:5)
Humíllense, pues, bajo la poderosa mano de Dios, para que Él los exalte a su debido tiempo. Depositen en Él toda ansiedad, porque él cuida de ustedes.
(1 Pedro 5:6-7)
Aun en la vejez, cuando ya peinen canas, yo seré el mismo, yo los sostendré. Yo los hice, y cuidaré de ustedes; los sostendré y los libraré.
(Isaías 46:4)
Les dijo: «Vayan por todo el mundo y anuncien las buenas nuevas a toda criatura. El que crea y sea bautizado será salvo, pero el que no crea será condenado.
(Marcos 16:15-16)
Por lo tanto, mis queridos hermanos, manténganse firmes e inconmovibles, progresando siempre en la obra del Señor, conscientes de que su trabajo en el Señor no es en vano.
(1 Corintios 15:58)
Devorará a la muerte para siempre; el Señor omnipotente enjugará las lágrimas de todo rostro.
(Isaías 25:8a)