EL ÁBSIDE DEL CIELO. Pepe Lasala.

Conecté el equipo de música, y el sonido de aquella canción me obligó a cerrar los ojos. Su melodía me condujo a otro lugar, y su contenido en forma de Oración me llevó hasta Ti como aquel Viernes en el que los dos nos quedamos a solas.

Tras acomodarme en mi sillón, el corazón decidió acariciar el papel con su estilográfica para escribir estas líneas, y ahora, cuando los acordes de aquel “Por Ti volaré” se vuelven a escuchar, parte de su letra adopta automáticamente formas cursivas y negritas en el editor de texto de los sentimientos, para recordar todo cuanto te dije aquella tarde…




No sé si llamarte Padre,
o puedo decirte Hermano,
si hablarte de tú a Tú
o permanecer callado,
contarte mis ilusiones,
alegrías y quebrantos
¿o arrodillarme a tu vera
mientras te veo expirando?
No quiero hacerte preguntas,
ya queda todo aclarado,
pues al mirarte a la cara
reflejo del Viernes Santo,
sé que siempre estás ahí
para cogerme la mano
y mostrarme tu camino
permaneciendo a mi lado.




Vengo hasta Ti para postrarme, para quedarme bajo el relieve de tu sombra, bajo esa luz que me hace respirar y llamarte en cada instante, bajo ese rostro que se alza al Cielo y me dice que estás vivo cuando una nube en forma de “Ábside” te describe como “Dios Verdadero”. Siento ahora que me escuchas, que me hablas, que te cuento y me respondes, que te necesito aquí, que mi sonrisa ya fluye, que si me faltas no vivo y todo es negro en mi mirada si Tú no estás junto a mi. 

Déjame tocar tu Cruz hasta acariciar tus llagas, déjame acercarme a Ti para escuchar tu Palabra, déjame sentirte, palparte y quererte, sólo tienes que llamarme y volaré por cielos y mares hasta tu amor. Hasta el amor de este encuentro, hasta el amor más sincero, hasta este amor que despierta y me susurra al oído que abriendo los ojos por fin contigo yo viviré.



Se hace tarde... el tiempo apremia y el reloj marca la hora como si fuera la "nona". Con dolor de corazón tengo que irme, mas haberte tenido tan cerca en este Ábside que para mi es el mismísimo Cielo deja un gran aroma en el cajón de mis recuerdos, un aroma que servirá para calmar mi impaciencia hasta que vuelva a verte de nuevo.

Ya me despido de Ti, y lo hago lentamente, perdiéndome en tu mirada, apreciando cómo tu silueta se confunde con lo Eterno en una luz en la que quisiera intuir que mi fin de trayecto eres Tú.