LA TORRE DE LOS ITALIANOS. Pepe Lasala.

Hay que ver cómo pasa el tiempo. Parece que fue ayer cuando nos comíamos las uvas de Fin de Año y ya estamos casi en puertas de una nueva Navidad. Por ello, y con objeto de preparar nuestra felicitación, nos despedimos de todos vosotros hasta mediados de Diciembre, momento en el que se publicará, si Dios quiere, la entrada correspondiente. 

Pero antes de este breve paréntesis, vamos a llevaros a un lugar al que acudimos hace escasamente una semana varios miembros de esta Tertulia, puesto que de vez en cuando también realizamos alguna que otra visita cultural. Se trata de "La Torre de los Italianos", en la Iglesia de San Antonio de Zaragoza, un lugar que merece la pena visitar y que para muchos puede resultar desconocido.




No profundizaremos excesivamente en el aspecto histórico, puesto que lo mejor es acudir allí para que os cuenten todo "al dedillo" como hicieron con nosotros los amigos de “Gozarte”, una entidad dedicada a mostrar de forma guiada los tesoros de Zaragoza y alrededores, así como en algunas ocasiones también los de Sevilla. Para quienes estáis lejos, comentaros que en el libro "Dientes de leche" del autor Emilio Martínez de Pisón, se reflejan curiosos detalles al respecto. 

       En cualquier caso, y para que os hagáis una idea, aquí tenéis nuestro resumen. Por tanto, comenzamos...

Con objeto de coger algo de fuerzas para subir a la torre, empezamos el día con un cafelillo, al cual le siguió un pequeño paseo, ya que la mañana aunque algo nublada, se presentaba agradable.




Una vez en la puerta y en el momento en el que la guía realizaba una breve introducción, algunas de nuestras tertulianas comenzaban ya a tomar sus anotaciones, mientras otras, con ilusión y nerviosismo, esperaban el comienzo de la visita cual cuenta atrás de las campanadas de fin de año. El resto, nos mantuvimos con nuestra compostura habitual...




Mientras todos se organizaban para entrar, quien aquí suscribe aprovechó la ocasión para dejar constancia fotográfica de los exteriores previos al recinto y así contemplar una perspectiva diferente, algo que merece la pena, y mucho.




Enseguida nos informaron que había que ir pasando, y como se trataba de territorio italiano, el habitual y muy español ¡Vamos que nos vamos! fue sustituido por un ¡Avanti tutti!




Al comenzar la visita, nos comentaron que en este mausoleo conocido como el Sacrario Militare Italiano de Zaragoza, descansan los restos de los combatientes italianos que cayeron en la Guerra Civil Española. Pertenece al Gobierno de Italia, y la planta sobre la que queda erigido es suelo italiano, siendo el tercer mausoleo militar italiano del mundo debido al número de sepulturas que contiene. El hecho de que la ciudad de Zaragoza estuviera bien comunicada, así como que el emperador romano César Augusto fuera su fundador, constituyeron dos razones de peso para levantarlo aquí, aunque la falta de presupuesto hizo que la torre no alcanzase la altura proyectada.


Al parecer, los italianos construyeron este tipo de mausoleos con objeto de que los fallecidos no quedasen dispersos en distintos cementerios y así pudieran ser fácilmente localizados. En la entrada a la Cripta se puede leer la inscripción “L’Italia a tutti suoi Caduti in Spagna” –Italia a todos sus combatientes en España-.




Aunque no fue éste el orden que seguimos en el recorrido, con vuestro permiso y como somos cofrades, quiero destacar el instante en el que entramos a la Capilla que hay en la parte inferior de la torre, donde pudimos ver cómo las banderas Española e Italiana "cortejaban" a un crucificado cuyos ojos nos mostraron la expresión de un Cristo Vivo.




Continuando con el ascenso a través de la torre, observamos un detalle que nos pareció precioso, pues algunas de las lápidas se mostraban con flores, lo que quiere decir que a día de hoy, todavía hay personas que se acercan hasta allí para hacerles una visita.




Finalmente, llegamos a la parte superior de la torre, desde donde tuvimos la oportunidad de contemplar unas estupendas vistas de Zaragoza, todo un disfrute para los sentidos, pues el lugar, ubicado en el popular barrio de Torrero, es una de las zonas más altas de la ciudad, algo que facilitó la visibilidad a través de unos grandes ventanales.




Y ahora ya, esperando que hayáis disfrutado con nosotros de esta visita, vamos a tomarnos una cañita fresquita y, lo dicho, un beso a todos y... ¡volvemos en Navidad!