INSTANTES DE SENTIMIENTO EN LA BASÍLICA DE MI HERMANDAD. Pepe Lasala.


Si hay una sensación que le proporciona un bonito bienestar a mi interior, es la que resurge cada vez que llego a Sevilla y entro en el Templo de mi Hermandad, el lugar donde me casé y he vivido tantos momentos inolvidables, la Basílica del Stmo. Cristo de la Expiración. Conforme voy avanzando por la trianera calle Castilla, se produce en mi estómago una especie de “chisporroteo” muy agradable que poco a poco va adquiriendo forma de corazón… de corazón cofrade. Una vez ya en la puerta, echo un vistazo rápido a la fachada, como si inconscientemente quisiera comprobar que nada ha cambiado desde la última vez: la entrada, el azulejo con su balcón, la espadaña albergando a esas tres campanas que tienen por nombre Patrocinio, Rocío y Esperanza… Noto que el pulso se me acelera; es… como si no me atreviese a entrar, y me detengo allí un instante, un instante que hoy, quiero compartir aquí con vosotros.





Bueno, pues si os parece, vamos a ir pasando poquito a poco y en silencio; lo más grande, nos espera dentro.





Al igual que siempre, aquí están Ellos, esperándonos de forma incondicional, el Cristo de la Expiración, conocido popularmente como “El Cachorro”, y la Virgen del Patrocinio, también llamada “La Señorita de Triana”. Tras santiguarme, voy avanzando por esa Vía Sacra que conforman los bancos situados a ambos lados de la nave, y que culmina en ese Calvario donde Él se encuentra clavado en su Cruz. Es un momento muy especial en el que siempre tengo a mi lado a una compañera de lujo, mi mujer. Tras tomar asiento, respiro profundamente, le aprieto la mano y la miro. Aquí nos casamos, a los pies de Él y ante la mirada de Ella, a los ojos de Dios. Parece como si cada vez que venimos renovásemos nuestros votos, algo que sucede cada mañana durante la primera mirada del día. De nuevo, enfoco la vista hacia Ellos, y es entonces cuando, de una forma ordenada, comienzan a discurrir por mi mente una serie de diapositivas que relatan la película de lo acontecido en mi vida desde la última vez que les vi. Instantes de reflexión para dar gracias y pedir perdón… instantes de Oración. 






Después de revivir este ratito de emoción junto a vosotros, quiero que veáis algo que merece la pena y os va a gustar. Y es que dentro de la Basílica, se encuentra la Capilla del Patrocinio, la que es “cuna” del Templo por ser la primera que existió. Llena de encanto y romanticismo, ha visto pasar a nuestra Hermandad a lo largo de los siglos. Si os parece, vamos a entrar a verla, pero antes le diremos al capiller que apague las luces.






A esta Capilla, le llamamos cariñosamente la Capilla “chica” por sus pequeñas dimensiones en proporción a las de la Basílica. En ella, están expuestas al culto tres Imágenes que en la actualidad no procesionan, y la verdad es que nunca faltan devotos para venerarlas. 






La Virgen del Patrocinio Gloriosa, es la que preside este acogedor lugar mientras sostiene al Niño en brazos. Cada año, el Domingo más cercano al día 13 de Noviembre, festividad del Patrocinio de Nuestra Señora, la Virgen es trasladada desde su Capilla al Altar de la Basílica para tal celebración.






Aquí también se encuentra el Cristo del Camino, y parece ser que allá por el siglo XVII perteneció a una Cofradía existente en esta Capilla, procesionando por aquel entonces el Miércoles Santo por las calles de Triana. Se le conoce como “el tito Tomás”, por su gran parecido a un habitante del barrio.






Por último, frente a Nuestro Padre Jesús del Camino, se encuentra la Virgen de los Dolores, la cuál salía antiguamente en Procesión con nuestra Hermandad bajo la advocación de Patrocinio, y a la que nunca le falta un Ave María dedicada por sus fieles. 






Pero si hay un instante especial donde confluyen un cúmulo de sentimientos y de devoción, ese es el Viernes Santo, justo antes de que la Cruz de Guía se ponga en la calle para iniciar la Procesión. El Cachorro y la Virgen del Patrocinio ya no están en sus Altares, pues se han subido a sus respectivos Pasos para evangelizar por las calles de Sevilla, siendo sustituidos por las Insignias, ciriales, etc., que participarán en el cortejo procesional. Es un momento en el que reúnes con tus hermanos para acompañar a Jesús y a María en su dolor. Allí te acuerdas de tu gente, de los que quieres, algunos ya se marcharon y otros están fuera en la calle esperando…, pero a todos los llevas en el corazón.






Gracias a todos de corazón por acompañarme en estos instantes de sentimiento en la Basílica de mi Hermandad, espero que hayáis disfrutado lo mismo que yo junto a vosotros.

Y ahora, tras esta entrada, nos retiraremos del blog durante unos días con el objeto de preparar un regalo para todos vosotros, nuestra felicitación de Navidad. Así que volveremos a mediados de Diciembre, si Dios quiere, para hacérosla llegar con todo nuestro cariño.

¡Hasta entonces!